jueves, 26 de septiembre de 2013

PATOLOGÍA DE LA MAMA

Las lesiones de la mama femenina son mucho más frecuentes que las de la mama masculina que se ve, sorprendentemente, poco afectada. Estas lesiones suelen tomar la forma de nódulos o masas palpables, a veces dolorosos.


Cambios fibroquisticos:

Esta designación se aplica a una miscelánea de cambios de la mama femenina que van de los que son inocuos a patrones asociados con un mayor riesgo de carcinoma de mama. Algunas de esas alteraciones (fibrosis de la estroma y microquistes o macroquistes) producen bultos palpables.
Las lesiones no proliferativas incluyen quistes y/o fibrosis sin hiperplasia de las células epiteliales, conocidas como cambio fibroquístico simple. Las lesiones proliferarivas incluyen una gama de hiperplasias de las células epiteliales ductales o ductulares, de inocuas a atípicas, y la adenosis esclerosante. Todas tienden a aparecer en el período reproductor de la vida, pero pueden persistir después de la menopausia.

CAMBIOS NO PROLIFERATIVOS:
Quistes y fibrosis: El cambio no proliferativo es el tipo de alteración más frecuente. Se caracteriza por un aumento de la estroma fibrosa con dilatación de los conductos y formación de quistes de vanos tamaños.
Los quistes varían de tamaño entre menos de 1 y 5 cm de diámetro. Sin abrir, son de marrones a azulados (quistes de cúpula azul) y están llenos de un líquido seroso, turbio. Los productos de secreción de los quistes pueden calcificarse y aparecer en las mamografías como microcalcificaciones. Histológicamente, en los quistes más pequeños el epitelio es más cúbico o colurnnar y a veces multiestratificado en áreas focales.
En quistes grandes puede estar aplanado o incluso completamente atrófico.
La estroma que rodea todos los tipos de quistes suele ser tejido fibroso comprimido que ha perdido su aspecto mixomatoso, delicado, habitual. En esta y en todas las variedades de cambio fibroquístico es frecuente un infiltrado linfocítico de la estroma.

CAMBIOS PROLIFERATIVOS:
Hiperplasia epitelial: Los términos hiperplasia epitelial y cambio fibroquístico proliferativo abarcan una gama de lesiones proliferativas de los conductillos, los conductos terminales y, a veces, los lobulillos mamarios. Algunas de las hiperplasias epiteliales son leves y ordenadas, y tienen poco riesgo de evolucionar hacia carcinoma, pero en el otro extremo del espectro se encuentran las hiperplasias atípicas más floridas, que tienen un riesgo considerablemente mayor, en proporción con la intensidad y atipia de los cambios. Las hiperplasias epiteliales van acompañadas a menudo de Otras variantes histológicas de cambio fibroquístico.
Microscópicamente hay un espectro casi infinito de alteraciones proliferativas. Los conductos, conductillos o lobulillos pueden estar llenos de células cuboides ordenadas, dentro de las cuales se pueden distinguir pequeños patrones glandulares (llamados fenestraciones). A veces el epitelio proliferativo se proyecta en múltiples excrecencias papilares pequeñas en la luz ductal (papilomatosis ductal).
La hiperplasia epitelial no causa, por sí misma, una masa mamaria definida. En ocasiones produce microcalcificaciones en la mamografía, siendo motivo de preocupación sobre la presencia de un cáncer.





Adenosis esclerosante: Esta variante es menos frecuente que los quistes y la hiperplasia, pero es importante porque sus características clínicas y morfológicas pueden ser aparentemente similares a las del carcinoma. Estas lesiones contienen fibrosis intralobulillar marcada y proliferación de los pequeños conductillos y ácinos.
Microscópicamente, la adenosis esclerosante se caracteriza por la proliferación de células epiteliales de revestimiento y de células mioepiteliales de los conductos pequeños y de los conductillos, que producen masas de patrones glandulares pequeños dentro de una estroma fibrosa.Los conglomerados de glándulas o de conductillos proliferativos pueden estar prácticamente adosados, estando capas de células únicas o múltiples en contacto una con otra (adenosis). Esta proliferación de tejido fibroso puede comprimir por completo la luz de los ácinos y de los conductos. de manera que parezcan cordones de células sólidos.


Tumores mamarios:

Fibroadenoma:
El fibroadenoma es, con diferencia, la neoplasia benigna más frecuente de la mama femenina. Se cree que un aumento absoluto o relativo de la actividad estrogénica influyeen su aparición y, de hecho, pueden aparecer lesiones similares con cambios fibroquísticos (cambios fibroadenomatoides ). Los fibrodenomas suelen aparecer en mujeres jóvenes, con una incidencia máxima en la tercera década de la vida.
Histológicamente, hay una estroma fibroblástica laxa que contiene espacios del tipo de conductos, tapizados por epitelio, de varias formas y tamaños. Estos espacios de tipo conductos o glandulares están tapizados con una o múltiples capas de células regulares y que tienen una membrana basal intacta y bien definida. Aunque en algunas lesiones los espacios ductales son abiertos, redondeados u ovales, y bastante regulares (fibroadenoma pericanalicular), otros son comprimidos por una extensa proliferación de la estroma, de forma que, al corte, parecen hendiduras o estructuras irregulares de forma estrellada (fibroadenoma intracanalicular).
Clínicamente, los fibroadenomas suelen presentarse como masas móviles , definidas, solitarias. Pueden aumentar de tamaño al final del ciclo menstrual y durante el embarazo. Después de la menopausia, pueden regresar y calcificarse. Los fibroadenomas no se malignizan casi nunca.


Tumor filodes:
Estos tumores son mucho menos frecuentes que los fibroadenomas y se cree que se originan en la estroma periductal y no en fibroadenomas preexistentes. Pueden ser pequeños (3-4 cm de diámetro), pero la mayoría crecen hasta alcanzar un tamaño grande, posiblemente masivo, que distiende la mama. Algunos se hacen lobulados y quísticos; se les ha llamado filodes (en griego «forma de hoja ») porque, macroscópicamente, al corte presentan grietas y hendiduras con forma de hoja.
El cambio más ominoso es la aparición de un aumento de la celularidad de la estroma, con anaplasia y elevada actividad mitótica, acompañado de un rápido aumento de tamaño, habitualmente con invasión del tejido mamario adyacente por la estroma maligna. La mayoría de estos tumores permanecen localizados y se curan por escisión; las lesiones malignas pueden recurrir, pero también tienden a permanecer localizadas. Sólo las más malignas, alrededor del 15% de los casos, merastatizan a distancia.

Papiloma intraductal:
Es un crecimiento neoplásico papilar en un conducro. La mayoría de las lesiones son solitarias y se encuentran en los conductos o en los senos galactóforos principales. Se manifiestan clínicamente como resultado de: 1) la aparición de un exudado seroso o hemático por el pezón; 2) la aparición de un pequeño tumor subareolar de unos pocos milímetros de diámetro, o 3) raramente, retracción del pezón.
Histológicamente, están compuestos de múltiples papilas, cada una con un eje de tejido conjuntivo cubierto por células epiteliales cúbicas o cilíndricas, frecuentemente con una doble capa, la capa epitelial externa por encima de una capa mioepitelial. En algunos casos, hay múltiples papilomas en varios conductos o papilomatosis intraductal. A veces estas lesiones se malignizan, mientras que el papiloma solitario casi siempre sigue siendo benigno.

Carcinoma:
El cáncer de mama es raro en mujeres menores de 30 años. Posteriormente, el riesgo aumenta de forma mantenida durante la vida, pero después de la menopausia la pendiente ascendente de la curva casi se aplana. Entre el 5 Y el 10% de los cánceres de mama están relacionados con mutaciones heredadas específicas. Casi la mitad de las mujeres con cáncer de mama hereditario tienen mutaciones en el gen BRCA1 (en el cromosoma 17q21.3) y un tercio más tienen mutaciones en BRCA2 (en el cromosoma 13q12-13).


Como pasa con todos los cánceres, la causa del cáncer de mama sigue siendo desconocida. Sin embargo, tres grupos de influencias parecen ser importantes: 1) cambios genéticos; 2) influencias hormonales, y 3) variables ambientales.
Los cánceres de mama se clasifican en los que no han penetrado la membrana basal limitante (no invasores) y los que lo han hecho (invasores). Las principales formas de carcinoma de mama se clasifican de la siguiente manera:
A. No invasores:
1. Carcinoma ductal in situ (CDIS; carcinoma intraductal)
2. Carcinoma lobulillar in situ (CLIS)
B. Invasores (infiltrantes):
1. Carcinoma ductal invasivo ("no especificado de otra
forma")
2. Carcinoma lobulillar invasivo
3. Carcinoma medular
4. Carcinoma coloide (carcinoma mucinoso)
5. Carcinoma tubular
6. Otros tipos

De éstos, el carcinoma ductal invasivo es, de lejos, el más frecuente. Como suele tener una estroma fibrosa abundante, también se llama carcinoma escirro.


A




B





PATOLOGÍA DE LOS OVARIOS

Los ovarios son afectados por los cambios fisiológicos del ciclo menstrual y los relacionados con la edad, así como por diversos tumores que se desarrollan a partir de los tejidos que los componen. En Estados Unidos, los carcinomas de ovario son responsables de más muertes que los cánceres de cuello y de cuerpo del útero juntos. Lo que los hace tan peligrosos no es tanto la frecuencia como su letalidad (debido a su crecimiento silente). Los quistes de ovario son cosa frecuente y, a grandes rasgos, pueden ser divididos en los que proceden del folículo ovárico y los que tienen un revestimiento epitelial.

Quistes luteos y foliculares:

Los quistes foliculares y lúteos son tan frecuentes como para casi constituir variantes fisiológicas. Estas lesiones inocuas tienen su origen en los folículos de Graaf íntegros o en aquellos que se han roto y se han sellado enseguida. Estos quistes son, a menudo, múltiples y se desarrollan inmediatamente por debajo del recubrimiento seroso del ovario. Habitualmente son pequeños (de 1 a 1,5 cm de diámetro) y están llenos de líquido seroso claro. En ocasiones alcanzan diámetros de 4 a 5 cm y pueden llegar a ser masas palpables y producir dolor pélvico. Cuando son pequeños, están revestidos por células de la granulosa o lúteas, pero a medida que se acumula el líquido se puede producir la atrofia de estas células. A veces estos quistes se rompen, y producen hemorragia intraperitoneal y síntomas abdominales agudos.

Ovarios poliquísticos:

En mujeres jóvenes (generalmente en chicas después de la menarquia) puede aparecer oligomenorrea, hirsutismo, infertilidad y, a veces, obesidad, secundariamente a la producción excesiva de estrógenos y andrógenos (especialmente de estos últimos) por múltiples folículos quísticos en los ovarios. Esta condición se llama ovarios poliquÍsticos o síndrome de Stein-Leventhal. Los ovarios suelen tener un tamaño el doble de lo normal, son gris blanquecinos con una corteza externa lisa y están tachonados con quistes subcorticales de 0,5 a 1,5 cm de diámetro. Microscópicamente, hay una túnica externa fibrótica engrosada que recubre innumerables quistes tapizados por células de la granulosa, con una teca interna luteinizada hipertrófica e hiperplásica . Hay una llamativa ausencia de cuerpos lúteos.

Tumores de ovarios:

Los tumores de ovario son entidades patológicas increíblemente diversas. Esta diversidad es atribuible a los tres tipos celulares de los que se compone el ovario normal: el epitelio de recubrimiento de superficie multipotencial (celómico), las células germinales totipotenciales y las células multipotenciales de los cordones sexuales/estroma. Cada uno de estos tipos celulares da lugar a una variedad de tumores.
Las neoplasias que se originan en el epitelio superficial son responsables de la mayoría de los tumores ováricos primarios y, en sus formas malignas, del 90% de los cánceres de ovario. Los tumores de las células germinales y de células de los cordones sexuales/estroma son mucho menos frecuentes y, aunque representan del 20 al 30% de los rumores ováricos, son responsables, en conjunto, de menos del 10% de los tumores malignos del ovario.
Se han identificado varios factores de riesgo de los cánceres epiteliales de ovario. Dos de los más importantes son la nuliparidad y los antecedentes familiares. Hay una mayor incidencia de carcinoma en solteras y en mujeres casadas con baja paridad. Es interesante que la toma prolongada de anticonceptivos reduce el riesgo de alguna manera. Aunque sólo del 5 al 10% de los cánceres son familiares, se está aprendiendo mucho de la patogenia molecular de estos cánceres identificando los genes causantes en estos casos. La mayoría de los cánceres de ovario hereditarios parecen ser debidos a mutaciones de los genes BRCA, BRCAl y BRCA2.





Tumores del epitelio superficial y de la estroma:

Estas neoplasias derivan del mesotelio celómico que recubre la superficie del ovario. Con las ovulaciones y la cicatrización repetidas, el epitelio superficial es arrastrado hacia la corteza del ovario, formando pequeños quistes epiteliales. Éstos pueden sufrir metaplasia y transformación neoplásica en los tumores epiteliales de los distintos tipos histológicos. Las lesiones benignas suelen ser quísticas (cistoadenomas) o pueden tener un componente acompañante de la estroma (cistoadenofibromas). Los tumores malignos también pueden ser quísticos (cistoadenocarcinomas) o sólidos (carcinomas) . Los tumores del epitelio superficial también tienen una categoría intermedia, límite (borderline), denominada actualmente tumores de bajo potencial maligno. Parecen ser cánceres de bajo grado con potencial invasor limitado. Por lo tanto, tienen un mejor pronóstico que los carcinomas ováricos totalmente malignos.

Tumores serosos:
Son los tumores ováricos más frecuentes, Las lesiones benignas suelen encontrarse entre los 30 y los 40 años, y las malignas se observan con mayor frecuencia entre los 45 y los 65 años. Alrededor del 60% son benignos; el 15%, de bajo potencial maligno y el 25%, malignos. Los tumores serosos borderline y malignos, en conjunto, son los tumores ováricos malignos más frecuentes y los responsables de alrededor del 60% de todos los cánceres ováricos.
Microscópicamente, los tumores benignos se caracterizan por una sola capa de epitelio columnar alto que recubre el o los quistes. Las células son, en parte, ciliadas y, en parte, células secretoras redondeadas. Los cuerpos de psamoma (concreciones calcificadas laminadas de forma concéntrica) son frecuentes en las puntas de las papilas. Cuando se desarrolla un carcinoma manifiesto, hay anaplasia de las células de revestimiento, lo mismo que invasión de la estroma. Las formaciones papilares son complejas y con múltiples capas, con invasión del tejido fibroso axial por nidos o capas de células malignas completamente indiferenciadas. Entre estas formas, claramente benigna y evidentemente maligna, están los tumores de bajo
potencial maligno, con atipia citológica leve y, habitualmente, poca o ninguna invasión de la estroma.
El pronóstico de la persona con un cistoadenocarcinoma seroso claramente invasivo, después de cirugía, radioterapia y quimioterapia, es malo y depende, en gran parte, del estadio de la enfermedad en el momento del diagnóstico.

Tumores mucinosos:
Los tumores mucinosos son análogos a los tumores serosos en la mayoría de los aspectos, pero se diferencian esencialmente en que el epitelio consta de células secretoras de mucina similares a las de la mucosa endocervical. Estos tumores se dan en mujeres del mismo grupo de edad que el de los tumores serosos, pero es mucho menos probable que las lesiones mucinosas sean malignas, y representan el 10% de todos los cánceres ováricos, aproximadamente. Sólo el 10% de los tumores mucinosos son malignos (cistoadenocarcinomas), el 10% son de bajo potencial maligno y el 80%, benignos.
Microscópicamente, los tumores mucinosos se clasifican por el tipo de células epiteliales productoras de mucina. Se identifican tres tipos, esencialmente. Los dos primeros, que no siempre se pueden diferenciar, incluyen tumores con epitelios de tipo endocervical e intestinal. Este último está presente casi siempre en tumores mucinosos de bajo potencial maligno y en carcinomas mucinosos. El tercer tipo es el cistoadenoma mülleriano mucinoso, que suele asociarse a un quiste endometriósico. Este tumor representa, probablemente, un tumor endometrial con diferenciación mucinosa.
El pronóstico de los cistoadenocarcinomas es algo mejor que el del equivalenre seroso, pero el principal determinante del éxito del tratamiento es el estadio, más que el tipo histológico.

Tumores endometrioides:
Estos tumores pueden ser sólidos o quísticos, pero a veces son como una masa que sobresale de la pared de un quiste endometriósico lleno de un líquido de color achocolatado. Microscopicamente, se diferencian por la formación de glándulas tubulares, similares a las del endometrio, en el revestimiento de los espacios quísticos. Aunque existen formas benignas y limítrofes, los tumores endometrioides suelen ser malignos.
Son bilaterales en casi el 30% de los casos, y del 15 al 30% de las mujeres que tienen estos tumores ováricos también tienen un carcinoma endometrial concomitante. De manera similar al cáncer de endometrio, los carcinomas endometrioides tienen mutaciones en el gen supresor PTEN.

Tumor de Brenner:
El tumor de Brenner es un tumor ovárico raro, sólido, habitualmente unilateral, que consta de una estroma abundante que contiene nidos de epitelio de tipo transicional que se parece al del tracto urinario. En ocasiones, los nidos son quísticos y están revestidos de células columnares secretoras de moco. Los tumores de Brenner suelen tener una cápsula lisa, son de color gris blanquecino al corte y su diámetro oscila entre unos pocos centímetros y 20 cm. Estos tumores pueden tener su origen en el epitelio superficial o en el urogenital atrapado en la cresta germinal. Raramente forman nódulos en la pared de un cistoadenoma mucinoso. Aunque la mayoría son benignos, se han descrito tumores malignos y limítrofes.

TERATOMAS:
Estas neoplasias que tienen su origen en las células germinales constituyen del 15 al 20% de los tumores ováricos. Suelen presentarse en las dos primeras décadas de la vida y cuanto más joven es la paciente, mayor es la probabilidad de malignidad. Sin embargo, más del 90% de estas neoplasias de células germinales son teratomas quísticos maduros. La variedad inmadura maligna es rara.
Teratomas quisticos benignos ( maduros): Casi todas estas neoplasias están marcadas por la diferenciación de células germinales totipotenciales a tejidos maduros que represenran las tres capas germinales: ectodermo, endodermo y mesodermo. Generalmente, se forma un quiste tapizado por epidermis reconocible con apéndices cutáneos, de ahí la denominación quistes dermoides.
Teratomas malignos inmaduros: Estas neoplasias aparecen en la juventud, siendo la media de edad de 18 años. Difieren llamativameme de los teratomas benignos maduros porque son, a menudo, voluminosos, predominanrememe sólidos o casi sólidos al corte y están puntuados aquí y allá por áreas de necrosis; en raras ocasiones, uno de los focos quísticos puede contener secreción sebácea, pelo y otras características similares a las observadas en los teratomas maduros. Microscópicamente, la característica diferencial es una variedad de zonas inmaduras o apenas reconocibles de diferenciación hacia cartílago, hueso, músculo, nervio y otras estructuras. Son particularmente de mal pronóstico los focos de diferenciación neuroepitelial, ya que la mayoría de estas lesiones son agresivas y metastatizan mucho. Los teratomas inmaduros se clasifican en grados y estadios en un esfuerzo por pronosticar su futuro. Los de grado 1, estadio 1 pueden curarse a menudo con tratamiento adecuado, mientras que el extremo opuesto del espectro tiene un pronóstico mucho más grave.









martes, 24 de septiembre de 2013

PATOLOGÍA DEL CUELLO UTERINO

El cuello del útero debe servir como una barrera a la entrada de aire y de la microflora del tracto genital normal, aunque debe permitir la salida del flujo menstrual y ser capaz de dilatarse para permitir el parto. A menudo es una localización de enfermedad. Afortunadamente, la mayoría de las lesiones cervicales son inflamaciones relativamente banales (cervititis), pero también alberga uno de los cánceres más frecuentes en mujeres, el carcinoma escamoso.

Cervicitis:

Las inflamaciones del cuello del útero son sumamente frecuentes y se asocian con una secreción vaginal mucopurulenta o purulenta. El estudio citológico de esta secreción revela leucocitos y atipia inflamatoria de las células epiteliales descamadas, así como posibles microorganismos. Como los microorganismos están presentes de manera invariable en la vagina, con o sin cambios inflamatorios asociados al estudio citológico, es difícil diferenciar las cervicitis no infecciosas de las infecciosas. A menudo hay aerobios y anaerobios vaginales endógenos e incidentales, en su mayor parte, estreptococos, estafilococos, enterococos y Eseheriehia coli. Mucho más importantes son Chlamydia traehomatis (el mas frecuente), Ureaplasma urealyticum, T. vaginalis, el género Candida, Neisseria gonorrhoeae, herpes simple II (genital) y uno o más tipos de VPH. Muchos de estos microorganismos son transmitidos sexualmente, por lo que la cervicitis
puede ser una enfermedad de transmisión sexual.

Tumores del cuello del útero:

El carcinoma de cuello del útero fue una vez la forma de cáncer más frecuente en mujeres en todo el mundo. Desde la introducción de la tinción de Papanicolaou (Pap) hace 50 años, la incidencia del cáncer de cuello del utero ha caído en picada. La tinción de Papanicolaou sigue siendo la prueba de detección del cáncer con más éxito de la historia.

Neoplasia cervical intraepitelial:
El estudio citológico puede detectar CIN mucho antes de que pueda observarse ninguna anomalía a simple vista. El seguimiento de esas mujeres ha revelado que los cambios epiteliales precancerosos (CIN) pueden preceder a la aparición de cáncer manifiesto muchos años o, en algunos casos, incluso décadas. Sin embargo, sólo una parte de los casos de CIN progresan a carcinoma invasor.Los cambios precancerosos denominados CIN pueden comenzar como CIN de bajo grado y progresar a CIN de alto grado, o pueden comenzar de entrada como CIN de alto grado, dependiendo de la localización de la infección por VPH en la zona de transformación, del tipo de VPH (de alto o bajo riesgo) y de otros factores contribuyentes del huésped. Basándose en la anatomía patológica, los cambios precancerosos se clasifican como:
CIN I: displasia leve.
CIN II: displasia moderada.
CIN III: displasia grave y carcinoma in situ.
Sin embargo, en extensiones citológicas, el actual sistema de Bethesda separa las lesiones precancerosas en sólo dos grupos: lesiones escamosas intraepiteliales (SIL) de bajo y alto grado. Las de bajo grado corresponden a CIN I o a condilomas planos y las de alto grado a CIN II o III. La progresión de bajo a alto grado es evitable. Aunque los estudios varían, con CIN I la probabilidad de regresión es del 50 al 60%; la de persistencia, del 30%, Y la de progresión a CIN III, del 20%. Con la progresión, sólo del 1 al 5% se vuelven invasores. Con CIN III, la probabilidad de regresión es de sólo 33% y la de progresión, del 60 al 74% (en varios estudios) . Es evidente que cuanto más alto es el grado de ClN, mayor es la probabilidad de progresión, pero se debe resaltar que, en muchos casos, incluso las lesiones de alto grado no progresan a cáncer.
La edad de la mayor incidencia de CIN es alrededor de 30 años, mientras que la de carcinoma invasor es de unos 45 años.
Factores de riesgo importantes para la aparición de CIN y de carcinoma invasor son:

  • Edad temprana de inicio de relaciones sexuales.
  • Múltiples parejas sexuales.
  • Pareja masculina con múltiples parejas sexuales previas.
  • Infección persistente por papilomavirus de "alto riesgo".


Los cambios epiteliales cervicales incluidos en el término CIN empiezan con displasia leve, llamada CIN I o condiloma plano. Esa lesión se caracteriza por cambios coilocíticos, principalmente en las capas superficiales del epitelio La coilocitosis, se compone de hipercromasia y angulación nuclear con vacuolización perinuclear producida por el efecto citopático del VPH. En CIN II la displasia es más intensa, con retraso de la maduración de los queratinocitos en el tercio medio del epitelio. Se asocia a alguna variación del tamaño celular y nuclear, heterogeneidad de la cromatina nuclear y mitosis por encima de la capa basal que se extienden hasta el tercio medio del epitelio. La capa celular superficial muestra alguna diferenciación y, en algunos casos, los cambios coilocíticos descritos. El siguiente nivel de displasia, no siempre bien diferenciado del CIN II, es CIN III marcado por una variación incluso mayor del tamaño celular y nuclear, marcada heterogeneidad de la cromatina, orientación desordenada de las células y mitosis normales o anómalas;estos cambios pueden afectar prácticamente a todas las capas del epitelio y se caracterizan por falta de maduración. Con el tiempo, los cambios displásicos se hacen más atípicos y pueden extenderse a las glándulas endocervicales, pero las alteraciones están limitadas a la capa epitelial superficial y a sus glándulas.
Estos cambios constituyen el carcinoma in situ. El siguiente estadio, si aparece, es el cáncer invasor.


Carcinoma invasor del cuello del útero:
Los carcinomas cervicales más frecuentes son los carcinomas escamosos (75%), seguidos por los adenocarcinomas y los carcinomas adenoescamosos (20%) Y los carcinomas neuroendocrinos de células pequeñas (5%). Las lesiones de células escamosas están apareciendo, cada vez más, en mujeres más jóvenes, actualmente con una incidencia máxima de alrededor de los 45 años, unos 10 o 15  años después de la aparición de sus precursores. En algunas personas con cambios intraepiteliales especialmente agresivos, el intervalo puede ser considerablemente menor, mientras que en otras pueden persistir los precursores de por vida. Muchas variables, tanto constitucionales como adquiridas, modifican la evolución. La única forma viable de vigilar la evolución de la enfermedad es un seguimiento cuidadoso y biopsias repetidas. La proporción relativa de adenocarcinomas ha ido en aumento en las últimas décadas, las lesiones glandulares no son bien detectadas por la citología (Pap smear) ni por otras técnicas de cribado y el carcinoma escamoso invasor se está volviendo menos frecuente.
Los carcinomas invasores de cuello del útero se presentan en la región de la zona de transformación y oscilan de focos microscópicos de invasión precoz de la estroma a tumores visibles a simple vista que rodean el orificio cervical. Por lo tanto, estos tumores pueden ser invisibles o exofíticos. Los que rodean el cuello del útero y penetran en la estroma subyacente producen un "cuello en barril" que puede identificarse por palpación. La extensión a los tejidos blandos parametriales puede fijar el útero a las estructuras pélvicas. La extensión a los ganglios linfáticos está determinada por la profundidad tumoral y la presencia de invasión linfático-capilar, que va de menos del 1% en tumores de menos de 3 mm de profundidad a más del 10% una vez la invasión supera los 5 mm. Las metástasis a distancia, incluyendo la afectación de los ganglios paraaórticos, la afectación de órganos remotos o la invasión de estructuras adyacentes, como la vejiga o el recto, se producen tardíamente en el curso de la enfermedad. Con la excepción de los tumores neuroendocrinos, que tienen una conducta uniformemente agresiva, los carcinomas cervicales se clasifican de 1 a 3 basándose en la diferenciación celular y se estadifican de 1 a 4 dependiendo de la extensión clínica.